El frío de las alacenas corroe,
no por el hambre
ni por el alimento vencido
No por la vajilla atormentada de polvo
sino por las secuelas en los vasos
Los vasos son los que lloran
con ingobernable transparencia,
con ingobernable transparencia,
esa caprichosa distracción
de las huellas dactilares.
También yo siento ingobernables a los vasos que atentan contra la pureza permanentemente. Qué sino estirar la grasa sobre el cristal? Gracias, poeta!
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