Llevaba una jaula abierta
sobre el capot de sus ojos ahogados.
Agujas cargadas de muerte
perdidas en el mullido
de las horas azuladas.
Polvos de su cuerpo
mueven las sombras del arcoiris
cubriendo de margaritas las crestas,
como primaveras de océano
como primaveras de océano
donde susurran las sirenas.
Siempre azul,
Siempre azul,
mujer cigarra.
Es en su boca,
donde aùn los pàjaros
tronan campanas.
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