miércoles, 15 de junio de 2011

La mosca en la cabeza


Se ha hecho demasiado tarde
y mi cama se está plagando de insectos.

La fatiga ha crecido con el tenor de los aleteos
que abarcan el contorno de un cuerpo frío
que ya no me acompaña.

Tengo en mi poder
una bolsa de huesos desarmados
que alguno habrá perdido
en un choque o detras de algún impacto.

No lo sé, ni tampoco importa.
Porque no es lo mismo
una cabeza que una mosca
donde no puedo espantarla.

La boca se me transforma
como si unos dedos me quitaran el silbido sólido
que uso para orientar a los ciegos o para ahuyentarlos.

No es indistinto una cosa de la otra,
si una cabeza es un anónimo
y la mosca tiene nombre

Duele el espacio como si estuviera vivo,
instalado en mi necesidad
para engordarla

Lo tengo como un trayecto
haciendo calle sobre mi frente
por donde pasa la cabeza
con la mosca subida a sus pestañas.

Muerdo las sábanas,
creyendo ser la única huésped
y siento atravesándome los dientes
el ala de un insecto.

Y sigue siendo
pero sin ser lo mismo?.
















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