Una calle en tu mejilla
es el dejavú de una suerte renga
El deterioro de una bisagra
que deja entrar el perfume rancio
de las temporadas rancias.
Es el estigma de cargar una paloma
para que abra el cielo,
pero cargarla muerta.
Es también
el señuelo de los relámpagos
en su juego perverso
de asfixiar más sombras.
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