Una voz estalla contra el techo
bañàndome de orejas
la mirada.
Caen los gritos como gotas rotas
sobre los ojos miopes
No hay que ver
lo que hay que oir
Meto esa lluvia
dentro de mi boca
y toda la belleza
se me muere
tras los labios.
Y, hay que hacer dormir a esa lluvia inconsolable.
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