lunes, 20 de febrero de 2012

De cuclillas


Hundida sobre mis cuclillas
el grito que callo
es el que golpèa mis piernas;
una fila de mujeres desnudas
donde mi cuerpo
es solo un montòn de huesos.

Desde este descuido de niña
el mundo es un gigante
que no quiere conocerme.

Podrìa contar sus lunares,
ponerle nombre
a cada una de sus costillas
y delinear sus omòplatos
con mis manos de hormiga.

Podrìa dibujarle un cìrculo
a la altura de su cintura
donde escribirle de izquierda a derecha
que mi desgracia es la fuente
de mi propia tristeza

Podría...

Pero acà apenas llega polvo
ese visitante
que no es màs que la ceniza de alguien
Alguien que olvidò limpiar
su pila de sobras
en este espacio roto.

Este lugar es la fauce de la inercia
la que me come el impulso
cada vez que intento pararme
para alejar mis ojos
del odioso maullido de los gatos

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