De tus manos lloraste barro
un esqueleto , un músculo, un cuerpo
traduciendo el elemento
en la tenacidad de las palancas.
Mujer sin rostro,
caminaste detrás de la sombra del amo
como un fantasma confiscado a la penumbra
Una puerta en el infierno,
la musa inquieta de las ratas
En el ocaso de los genios
echaste tu agonía a las rodillas
la pena del cincel gritó L'Âge Mûr
y tu mundo se dio vuelta.
Le diste voz a las piedras
le ofrendaste tu alma a la lápida
y en el sudor del mármol
dejaste intacta
tu delgada cordura.
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