El sur se me instala dentro
de una cubeta
donde el hielo no es más que agua
jugando a la piedra
donde la piedra
no es más que el músculo rígido
del latido de una lágrima.
El sur se asemeja a un paredón
para la posibilidad de los ríos
Y esto de amar
que frágil en su armadura
de viejo cristal liquido
Que liquido
el vestido del amor
Y esto de amar/ que frágil en su armadura/ de viejo cristal líquido... Llevamos adentro el sur, ya forma parte de todos: con sus flujos y reflujos. Gracias, poeta!
ResponderEliminarUna feliz coincidencia, simple azar o una sutil influencia???
ResponderEliminarLeyendo tan bello poema, recordé algo de Muerte sin Fin de Gorostiza:
"...-más resabio de sal o albor de cúmulo
que sola prisa de acosada espuma.
No obstante -oh paradoja- constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma.
En él se asienta, ahonda y edifica,
cumple una edad amarga de silencios
y un reposo gentil de muerte niña,
sonriente, que desflora
un más allá de pájaros
en desbandada.
En la red de cristal que la estrangula,
allí, como en el agua de un espejo,
se reconoce;
atada allí, gota con gota,
marchito el tropo de espuma en la garganta
¡qué desnudez de agua tan intensa,
qué agua tan agua,
está en su orbe tornasol soñando,
cantando ya una sed de hielo justo!
Mario, gracias por traer exquisito poema. Simple azar y que bueno que suceda. Gracias otra vez, abrazo.
ResponderEliminar