Recorro la casa
en busca de las voces
que arrojaron sobre los muebles
Esta es la hora
en que la música se queda quieta
y las ventanas sospechan
lo que no dicen mis ojos
Muevo las manos en el aire
en un intento de retener en mis puños
sus pequeños movimientos,
al soltar dos besos
tan ligeros como alas.
Hay cosas imposibles, y una es la que cualquier madre (o padre) desea, retener sus movimientos pequeños, cuando sueltan el último adiós.
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