sábado, 24 de agosto de 2013

Raynaud

No me toques las manos,
no quiero que la muerte
se te pegue a los dedos.

Tiempo atrás
daba lo mismo creer
que la vértebra 
prisionera la sangre,
 que el humo
verdugo el río de los flujos rotos.

No me toques las manos,
llevo a la muerte
impregnada a mis dedos.

Esto de decir fenómeno, 
qué absurda manera de llamarlo.

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