La casa es el terreno conocido
donde apilar los huesos
y sobre ellos los músculos
y por encima el cansancio.
Jornada tras jornada
nos movemos como un pájaro
en su tormento esquivo
de enfrentar la noche
cuando le cae a golpes
sobre la fragilidad de las alas
Cada quien con su pala cava zanjas
para no dejar a la deriva a los sueños
más un hoyo perfecto
donde enterrar los ojos
donde apilar los huesos
y sobre ellos los músculos
y por encima el cansancio.
Jornada tras jornada
nos movemos como un pájaro
en su tormento esquivo
de enfrentar la noche
cuando le cae a golpes
sobre la fragilidad de las alas
Cada quien con su pala cava zanjas
para no dejar a la deriva a los sueños
más un hoyo perfecto
donde enterrar los ojos
Y así no ver, por la mañana,
que el pan sigue igual,
con ese gusto húmedo a pasado.
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