Caigo y caigo
en esta rueda sin testigos
donde todos los tajos en las cortinas
parecen tener el mismo afuera
Durante el último vuelco
anudé a mi vientre
el desorden de la noche
cuando rompia las ventanas
Ahora puedo presentir
el ronroneo de las piedras
en su cortejo celeste
de paladar de lunas
Caigo y caigo
en este caracol nocturno
donde todas las puertas
parecen abrir nuevos pasillos
Ahora puedo invadir
el diálogo del agua
en su improvisada escena
de muñeca a cuerda
Caigo y vuelvo a caer
una vez más
mientras las manos sobre las costillas
insisten en construirte
un sueño
imperturbable.
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