martes, 17 de mayo de 2011

El empuje (Lokdos)

No hay un atajo para doblegar la fatiga
solo un espejo parado frente a mí.

Mi ombligo es un aljibe
en el patio de otra mujer desnuda.
Una otra que soy,
una otra que desconoce mi nombre.

Yo vi la sombra del animal
que vino a visitarme,
y se detuvo a contemplar el sudor
en mi cuerpo dormido.

Es la sed del poema
la que me sobrevive,
mujer que no teme a los instintos
y que insiste en perserguirme
aún cuando me habita.

Repetida es la hora
en que el arcano cae sobre mi mano
y se revela
como una vorágine de dos lunas

(si no escribo, me muero)

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