domingo, 15 de mayo de 2011

Tumba


Tibia su boca
se prende a mi pecho
como si quisiera arrancarme
gotas de inmortalidad.

Caigo ahì,
donde me lleva
con los ojos entreabiertos
llorando barro
sobre el descampado de su nuca.

Subo desde ahì,
amarrada al vèrtigo
de los sepulcros vaciados
desde la humillaciòn
de los huesos enterrados.

Soy esa palabra que enrolla
con la punta de su lengua
y la retiene.

Hasta derramarla
como un puñado de tierra negra
en el rectàngulo perfecto
de su propia tumba.

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