miércoles, 25 de mayo de 2011

Furioso desatino


No suelo tener dos mejillas
una y caigo
en la tendencia de despejarme el vacío
con el frío de los metales crudos.

El hueco arde cuando se pone por la espalda
donde no habitan los ojos
donde la nuca es un baldìo de palabras.

Como una criatura rasco mi cabeza
y digo que no es cuestión de fe
y digo que ni supongo una promesa

Hablo del rigor de las telas
cuando prefiero tragar una estrella
y encender el mundo con mi vientre.

Hablo del sabor frío de un cuchillo
tajando el vicio de estas piernas


Por lo demás,
usted prosiga en la costumbre
de empapar las rodillas de las ratas.



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