jueves, 9 de junio de 2011

Sobreviviente


La casa más fea de la calle,
un grano negro en el pecho de una virgen.

El gato es azul
y su ojo izquierdo se parece a un gran salón de muertos
donde a alguno se le olvidó apagar la luz.

Él ronca como mi padre
conozco el bramido del trueno,
y el sabor de la madera
cuando se queja entre los dedos del fuego.

Hay un aburrimiento masivo
en una legión de sillas muertas
que contemplan la insolencia de la noche
cuando no llega,
cuando su presencia pasa inadvertida
frente a la parafernalia de los reyes.

Ni un llamador de ángeles
puede bajar del cielo
alas de estrellas,
ni un cuerno de caza
puede hablar de una jungla
detrás de esas espaldas.

Un aplauso extranjero
como una carcajada metida adentro de una caja
como el chasquido de los esqueletos
al pedir por agua,
es el zumbido que da vueltas en mis oídos.

Hay un dándelion
uno solo
que sobrevive a la masacre
Su cuerpo es un junco flotando
al rumbo del viento

Donde no hay ventanas
no entra el aire
ni la ceniza, ni tampoco el polvo.
Donde no hay ventanas,
 no hay afuera.

Pienso en esa frase
mientras siento una gota helada
recorriendo mi espalda
como una ampolla cargada de dolor.

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