Deslicé mis dedos de a uno,
sobre el lomo de la noche
porque cada calle fue mi alimento,
mi terreno, y hasta mi labio.
Bebì el pudor de un farol
cuando el desnudo de la polilla
Olì a naufragio, a raso, a trapo.
Tanteè mi sombra
con uñas capaces de harpazos,
y morì la muerte cien veces,
o tal vez
tantas veces como pude
No hay comentarios:
Publicar un comentario