Lo lleva el amanecer a tu nuca,
mis dedos,
una luz de cuclillas
despertando murmullos de manzanas.
Y mis nombres,
todos ellos,
en una fila india marchando viento.
Lo trae el anochecer a mis manos,
tu nuca,
sombra que se arrodilla y de mayúsculas,
le dicta a mis ojos,
una a una,
tus iniciales.
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