Guía mi mano hacia tu lámpara
no quiero que la noche te encuentre a ciegas
Me preguntas como haría
para encender la libertad de tus omoplatos,
barrer las fiebres de tu rincón desocupado,
obsequiarte mi tempestuosa femineidad
sobre el sillón donde te dejé a mano mi pujanza
Creo yo, que subyugando
a aquel dispositivo de luz
del enorme salón donde el día se te va a morir
cuando de este lado de la noche
a mi me nace la heredera
de tu última mañana
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