Tengo la vida atada al cuello
con el ruido a roto
que viene del otoño
a salpicar mis ojos sin resguardo
Las veces que me inclino
para descansar quien fui,
se me cae la vida encima
como un cielo de memoria inflada
sin la virtud de los estupefacientes
Tengo la vida atada al cuello
y ya no sé cuanto falta
para volver a detenerme,
y levantar entre mis dedos
la belleza de los días sin sus duelos
Sólo presiento que la vida
se me viene encima,
con el jardín de un libro que llevo escrito
en el perfume a muerte,
que a estas horas,
se obsesiona en rodear mi cuello.
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