jueves, 4 de julio de 2013

Conductales

No hay lugar para la lengua
en la cara de la envidia

Atraviesa mi mirada
una tormenta de inquietudes
en un poema maltrecho

Conozco el sentido de este juego
la audacia entusiasmada debajo de las uñas
el fervor oculto en cada pestañeo

Si mis manos sangraran oro
las ratas no lamerían los dedos de mis pies

oigo el bullicio de las sombras
como una lista de enemigos
dispuestos a arrojarse sobre mi pescuezo
solo para soborear el aliento
que olvidaste sobre mi pelo.

Es que hay tanta cruza de nuez con topo
en los juncales de palabras
que a veces desearía echarme a reìr

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