viernes, 11 de octubre de 2013

Cerrando el día

Acabar cada noche en un palabrerío inútil
que el sexo, que el cigarro, que el mar
que las piernas, que la belleza del zapato
Hasta convocar a la lluvia
para lavar el poso del día,
antes de rendirse en la boca de la noche.

Yo no puedo hacer eso.

Tengo 10 dedos, 5 en cada mano
no llevo anillos, me resultan incómodos los símbolos
y no sumerjo mi cabeza en ceremonias
que nada tienen que ver con las palabras.

Le doy a cada uno su número
y les cuento, los cuento,
en una perversa celebración a solas
entre mi insomnio y el tiempo,
antes de traducirme a gota
y caer en una taza

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