Acabar cada noche en un palabrerío inútil
que el sexo, que el cigarro, que el mar
que las piernas, que la belleza del zapato
Hasta convocar a la lluvia
para lavar el poso del día,
antes de rendirse en la boca de la noche.
Yo no puedo hacer eso.
Tengo 10 dedos, 5 en cada mano
no llevo anillos, me resultan incómodos los símbolos
y no sumerjo mi cabeza en ceremonias
que nada tienen que ver con las palabras.
Le doy a cada uno su número
y les cuento, los cuento,
en una perversa celebración a solas
entre mi insomnio y el tiempo,
antes de traducirme a gota
y caer en una taza
que el sexo, que el cigarro, que el mar
que las piernas, que la belleza del zapato
Hasta convocar a la lluvia
para lavar el poso del día,
antes de rendirse en la boca de la noche.
Yo no puedo hacer eso.
Tengo 10 dedos, 5 en cada mano
no llevo anillos, me resultan incómodos los símbolos
y no sumerjo mi cabeza en ceremonias
que nada tienen que ver con las palabras.
Le doy a cada uno su número
y les cuento, los cuento,
en una perversa celebración a solas
entre mi insomnio y el tiempo,
antes de traducirme a gota
y caer en una taza
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