No hay advertencia
que pueda desnucar una desgracia
El lamento queda impreso
sobre la fachada del desierto
como un mensaje
amparado en la intemperie
de los ojos de los ciegos
Un vigor de multitud
se entumece dentro del músculo
hasta romper en llanto
Vidriosas son las secuelas
que aguardan con cautela
la imprudencia del corazón.
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