Eleva el himen de tu risa
hasta que el estómago llore
y no puedas parar de contorsionarte
siguiendo el ritmo de los tétanos.
Encadena tu crisis
a la libertad de los labios
y dilo de prisa, pero dilo
grita al viento para que te oigan
hasta las puertas sin números.
Rompe el músculo
tras triturar el último indicio
de tus pobres desventajas
Cantale a la victoria
el rubor de tus puños
que bajo el rojo nudo de tus dedos
esconden el reflejo de todos los pecados
y muerde tus sábanas, hasta devastarlas
en la estepa silenciosa
de tus noches sin testigos.
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